sábado, 26 de diciembre de 2009

LA BOCA DEL INFIERNO

La boca del infierno se abre ante mis ojos. Inmensos farallones de roca negra contra los que se estrellan gigantescas olas cabalgadas por sirenas, tritones, ninfas y el mismo Neptuno, cuyas salvajes carcajadas atruenan la inmensidad del espacio desafiando mi miedo atroz. Roca, ola, espuma, miedo, sabor a sal en los labios, finísima lluvia-niebla salitrosa que parece venir de todas partes y de ninguna inunda todo lo que veo, oigo y siento, mi piel, mi sangre, mis huesos, mi cuerpo, mis recuerdos, mi mente, mi alma, todo lo que he sido, soy y seré muere y se disuelve en las salvajes olas que lamen mis pies intentando engullirme en su estruendo ensordecedor, en los orgullosos acantilados que, era a era, van cediendo humillados por la furia del océano, en la blanca espuma que vuela hasta el cielo, en la finísima niebla-lluvia omnipresente... en la boca del infierno.

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