Lejos, muy lejos, errante en la niebla,
vago en la nada etérea y te tropiezo.
Con un beso me anclas a la tierra
y tus labios florecen la primera sonrisa
y en tu seno titila el néctar del rocío.
Espeleólogo loco, navego tus mil grutas
perdido, sin rumbo, ebrio de ti y de mí
y de fuego, de viento y de silencio.
sábado, 26 de diciembre de 2009
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