Somos camino que se camina a sí mismo, somos el cambiante
paisaje del camino, caminamos alegres bajo el sol y la lluvia, bajo nieve y
tormenta, sobre hielo que quema, sobre fuego que hiela.
Caminémonos siempre desde el fin al comienzo, tu alma en mi
alma, mi cuerpo en tu cuerpo. Caminémonos como si no hubiera un mañana. Seamos,
pues, camino, sudor, bastón, posada. Dejemos sobre el polvo huellas jamás
holladas.
Seamos luz que alumbra en la noche cerrada. Consumámonos
como luciérnagas de nácar, caminantes de sueños, peregrinos al alba.
Bebamos el rocío de
la boca del Cielo que mana hasta la Tierra y sana las entrañas de estos cuerpos
que juegan, de estas mentes que bailan, de estas almas que cantan y funden la
distancia sin tiempo, sin espacio, dos, uno, cero, nada, y una dicha infinita
que sube, crece, estalla y deja flores frescas sobre la almohada y su aroma
embriaga y las besas y sientes ese gozo que eres, esa risa que salta.
Bailemos por siempre del fin al comienzo, una sola alma y un
solo cuerpo. Estremecimiento que grita en silencio, néctar de los cielos que
fluye sin freno.
Esencia de Tí que guarda el misterio que tú y yo sentimos,
que tú y yo sabemos, que amamos, que somos y siempre seremos.